jueves, 24 de noviembre de 2011

Galiana.


De la ciudad emerge la luz que baña todo de una claridad abrumadora. Los edificios insisten en que el astro nocturno sea el único que vigile la ciudad, pero la natura se niega. Se resiste a algo que es inminente. El cielo se tiñe de colores fríos y cálidos. 
Desde lo más alto hasta dar alcance al horizonte, que bordea suavemente las montañas. La noche cae. Aparece cegadora de luz de Luna llena, su color grisáceo, bañando de frescor primaveral a los viandantes de una ciudad monumental. Y nos encontró en un suspiro, en un beso, en una caricia, en nuestras pupilas que escapan del mundo.

Toledo.

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